Aristòtil: el lloc no pot estar en un altre lloc/es
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Después de estas consideraciones tenemos que examinar en cuántos sentidos se dice que una cosa está «en» otra.
1) En un sentido, como el dedo está «en» la mano y en general la parte «en» el todo.
2) En otro, como el todo está «en» las partes, ya que no hay todo fuera de sus partes.
3) En otro, como el hombre está «en» el animal y en general la especie en el género.
4) En otro, como el género está «en» la especie y en general la parte de la especie «en» la definición de la especie.
5) También como la salud está «en» lo caliente y lo frío y en general la forma «en» la materia.
6) También como cuando se dice que los asuntos de los griegos están «en» el rey y en general como lo movido está «en» su primer agente motriz.
7) También como una cosa está «en» su bien y en general «en» su fin, es decir en «aquello para lo cual» existe.
8) Y en el sentido más estricto, como una cosa está «en» un recipiente y en general «en» un lugar.
Ahora bien, cabe preguntarse si es posible que una cosa esté en sí misma o no lo es en ningún caso, pues toda cosa o no está en ninguna parte o está en otra cosa. La pregunta es ambigua, pues «estar en sí» puede entenderse con respecto a sí mismo o bien con respecto a otra cosa. Porque, cuando aquello que está en algo y aquello en lo que eso está son partes de un todo, entonces diremos que el todo está «en sí mismo», ya que esto se dice también de las partes; por ejemplo, se dice de un hombre que es «blanco» porque su superficie visible esblanca, o que es «cognoscente» porque posee la capacidad de razonar. En consecuencia, el ánfora no estará en sí misma ni tampoco el vino, pero sí lo estará el ánfora de vino; en efecto, aquello que está dentro y aquello dentro de lo cual está son ambos partes una misma cosa. En este último sentido cabe, pues, la posibilidad de que una cosa esté «en sí misma, pero no es posible en sentido estricto; así, por ejemplo, la blancura está «en» un cuerpo (pues la superficie visible está en un cuerpo) y la ciencia está «en» el alma; y según estas «partes» del hombre (el cuerpo y el alma) se habla de la «blancura» o la «ciencia» como estando «en» el hombre. El ánfora y el vino no son «partes» cuando están separados, pero sí lo son cuando están juntos. Por eso, sólo cuando tenga partes una cosa podrá estar en sí misma; así, por ejemplo, la blancura está en el hombre por estar en su cuerpo, y está en el cuerpo por estar en su superficie visible; pero el estar en la superficie no es por ningún otro respecto; estas dos cosas, la superficie y la blancura, son específicamente distintas, y poseen cada una distinta naturaleza y potencialidad.
En consecuencia, si examinamos inductivamente la cuestión, veremos que ninguna cosa está en sí misma en ninguno de los sentidos del «en» que hemos distinguido; y también por argumentación resulta claro que eso es imposible. En efecto, si se admite la posibilidad de que una cosa esté «en sí misma», entonces cada una de las partes tendría que existir como un todo, esto es, el ánfora sería recipiente y vino, y el vino sería vino y ánfora. Así, incluso aunque cada cosa pudiese estar en la otra, el ánfora recibirá el vino no en cuanto el ánfora es vino, sino en cuanto el vino es vino, y el vino estará en el ánfora no en cuanto el vino es un ánfora, sino en cuanto el ánfora es un ánfora. Es claro, entonces, que con respecto a lo que es cada uno ambos son diferentes, pues la razón de lo que está en algo es distinta de la razón de aquello en lo cual está. Es más, ni tan siquiera accidentalmente es posible que una cosa esté «en sí misma», ya que entonces dos cosas estarían simultáneamente en una misma cosa; porque si aquello cuya naturaleza es receptiva pudiese estar en sí misma, entoncestanto el ánfora como Io que el ánfora pueda recibir (el vino, si es receptiva de vino) estarían en sí mismos.
Así pues, queda de manifiesto la imposibilidad de que una cosaesté «en sí misma» en el sentido primario del «en».
Por lo demás, la dificultad planteada por Zenón de que si el lugar fuese algo tendría que estar a su vez «en» algo no es difícil de resolver. En efecto, nada impide que el lugar primario de una cosa esté en otra cosa, pero no como en un lugar, sino como la salud está en las cosas calientes, a saber, como estado, o como el calor está en un cuerpo, a saber, como afección. De esta manera no es necesario proceder hasta el infinito.
Y también es evidente que, como el recipiente no es parte alguna de lo que está en él (pues «lo que» y aquello «en lo que» son primariamente distintos), el lugar no podrá ser ni la materia ni la forma, sino algo distinto, ya que la materia y la forma son partes de lo que está en un lugar.
Éstas son, pues, las dificultades con respecto al lugar.