López-Cano: el pensament científic/es
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La mayoría de los estudiosos de la ciencia coinciden en asignarle al pensamiento científico las siguientes características:
a) Objetividad.
b) Racionalidad.
c) Sistematicidad.
Estas tres características, ciertamente, también son aspiraciones del pensamiento cotidiano o de lo que algunos autores llaman sano sentido común; pero no son buscadas ni alcanzadas en la misma medida.
a) Objetividad. Se podrá decir de inmediato que el pensamiento científico no es subjetivo, que no depende de los intereses personales de quienes intervienen en él. Pero quizá es preferible darle más importancia a otra acepción de objetividad: concordancia o adaptación a su objeto. El pensamiento científico se aplica a los hechos innegables y no especula arbitrariamente. Siempre que se mencione la objetividad, se entenderá como adecuación a la realidad o como validez independiente de los intereses del que conoce.
En realidad, estos dos sentidos de objetividad se relacionan estrechamente. Sólo los hechos deben servir de guía a toda investigación científica. No deben mezclarse factores extraños subjetivos; los instintos y los sentimientos del que investiga y del que juzga lo investigado deben permanecer al margen del mundo científico. Este requisito no es fácil de cumplir, pero implica un fin digno de alcanzar. A lo largo de la historia, es fácil comprobar que la objetividad no siempre se ha cumplido; personas, instituciones y pueblos poco evolucionados han caído en la subjetividad. Baste recordar el juicio a que fue sometido Galileo en virtud de que sus tesis científicas no concordaban con las creencias religiosas de su tiempo.
El pensamiento científico y el hombre científico deben ser imparciales y acostumbrarse a separar sus sentimientos y sus intereses personales cuando estén en el terreno de la ciencia. Sólo ha de interesarles que los hechos existan o no, y aceptarlos tal como son.
Se dijo que el pensamiento cotidiano también aspira a la objetividad, racionalidad y sistematicidad, lo mismo que el científico; pero que las persigue y las alcanza en grados muy diferentes. La objetividad que llega a obtener el pensamiento cotidiano es limitada, debido a que se encuentra demasiado atada a la percepción y a lo práctico; y, cuando se desprende, cae frecuentemente en algunas de las explicaciones no científicas que se analizaron con anterioridad.
Para acabar de aclarar lo que es la objetividad, conviene presentar algunos ejemplos sencillos. La salida del sol por el oriente es un hecho astronómico que acaece independientemente de que a un astrónomo o a cualquier persona común le guste o no. El pensamiento científico es objetivo en el sentido de que se investigan los hechos tal como son en la naturaleza; la astronomía se subordina a la naturaleza y al funcionamiento del sol, y no éste a la ciencia astronómica.
Si multiplicamos 6 x 5 obtendremos 30. Sabemos que este producto vale independientemente de que nos agrade o no, y del estado de ánimo en que nos encontremos.
b) Racionalidad. Se ha llamado razón a la facultad que permite distinguir al hombre de los animales. También se ha entendido por razón el fundamento o la explicación de algo. El pensamiento científico no está formado de imágenes, sensaciones ni hábitos de conducta. Se dice que en él hay racionalidad, porque está integrado de principios y leyes científicas. El hombre de ciencia forja imágenes, tiene sensaciones y posee determinados hábitos de conducta, y con ellos puede realizar su trabajo científico; pero siempre partirá de elementos racionales, y sus resultados también serán entes de razón.
La racionalidad, asimismo, entraña la posibilidad de asociar conceptos de acuerdo con leyes lógicas y que generan conceptos nuevos y descubrimientos. Y, en último término, la racionalidad ordena sus conceptos en teorías.
c) Sistematicidad. En la vida cotidiana con frecuencia oímos hablar de diversos sistemas: del sistema digestivo, del sistema eléctrico de un automóvil, del sistema de semáforos, y de otros muchos sistemas. ¿Qué podemos entender de inmediato por sistema? Comúnmente se podría entender por sistema una serie de elementos relacionados entre sí de manera armónica. Científicamente, el concepto de sistema debe entenderse con mayor precisión, en un sentido menos amplio. Los conocimientos científicos no pueden estar aislados y sin orden; siempre están inmersos en un conjunto, y guardan relación unos con otros. Todo conocimiento científico sólo tiene significado, en función de los que guardan relación de orden y jerarquía con él.
Las explicaciones que da la ciencia se estructuran sistemáticamente reflejando el orden y armonía que existe en la realidad. Los conocimientos de la alquimia y de la astrología no constituyeron ni constituyen ciencia, porque sus conocimientos no se estructuran armónicamente ni reflejan la realidad.
Si en una teoría sustituimos algunos de sus elementos, la estaríamos cambiando radicalmente, alteraríamos su sistematicidad.
Anotamos a continuación, siguiendo a Mario Bunge, una lista de características del pensamiento científico. El conocimiento científico es:
a) Fáctico.
b) Trascendente.
c) Analítico.
d) Claro y preciso.
e) Simbólico.
f) Comunicable.
g) Verificable.
h) Metódico.
i) Explicativo.
j) Predictivo.
k) Abierto.
l) Útil.
a) Fáctico. El conocimiento científico parte de los hechos dados en la realidad, los acepta como son, y frecuentemente vuelve a ellos para confirmar sus afirmaciones. No toma por objetos de estudio entes que no se hayan generado de alguna forma en la experiencia sensible. La química parte del agua, del calcio y de otros objetos de la realidad fáctica.
b) Trascendente. Aunque la ciencia parte de los hechos, no se queda en ellos; si así lo hiciera, su labor sería meramente contemplativa. El científico debe ir más allá de los hechos, de las apariencias. La Tierra no debió considerarse plana por el solo hecho de no poderse observar a simple vista su curvatura. El químico trasciende los hechos cuando combina ciertas sustancias y produce una pasta dental.
Los microscopios y los telescopios son trascendencia de los hechos de la observación. Los motores de los automóviles han ido más allá de lo observado por los físicos respecto al movimiento.
c) Analítico. Lo analítico del conocimiento científico empieza desde la mera clasificación de las ciencias a que nos referimos en este apartado. Se especializan en determinado ámbito de la realidad. Y una vez ya dentro de su propio territorio, se esfuerzan continuamente por desintegrar sus objetos de estudio a fin de conocerlos con mayor profundidad.
Las ciencias analizan sus problemas, los descomponen para estudiarlos mejor. Desde luego que la ciencia no analiza para tomar una parte y aislarla del todo. Por lo contrario, descompone y recompone sin cesar sus objetos de estudio: los separa sin dejar de entenderlos como integrantes de un todo.
d) Claro y preciso. Los conceptos científicos se definen de manera clara y precisa; la vaguedad daría al traste con cualquier pretensión en el terreno de la ciencia; pero no solamente los conceptos, sino también los problemas deben presentarse en forma clara y precisa. La noción de volumen es clara y precisa, y sólo así puede manejarla un químico.
e) Simbólico. El pensamiento científico no iría muy lejos si dispusiera solamente del lenguaje cotidiano. Necesita crear su propio lenguaje artificial cuyos signos y símbolos adquieren un significado determinado, lo menos variable posible, y se someten a reglas para crear estructuras más complejas. Hg, , y E son algunos de los símbolos empleados por la ciencia.
f) Comunicable. El pensamiento científico no está destinado a un reducido número de personas: se ofrece a todo aquel cuya cultura le permita entenderlo. La ciencia cumple con una función informativa; el arte, con una expresiva, y las órdenes o mandatos, con una imperativa. El pensamiento científico comunica datos y reflexiones acerca de los hechos.
g) Verificable. Todo lo que produzca el pensamiento científico debe someterse a prueba; no debe aceptarse nada que no se adecue a la realidad. La verificación se obtiene mediante la observación y la experimentación, aunque hay ciencias, como la astronomía y la economía, que en ciertos aspectos pueden prescindir de la experimentación. Las aspiraciones científicas de los médicos especializados en trasplantes de órganos no quedarán satisfechas mientras sus investigaciones fracasen en la realidad.
h) Metódico. El pensamiento científico no procede desorganizadamente; planea lo que persigue y la forma de obtenerlo. Procede obteniendo conclusiones particulares o generales y disponiendo de procedimientos tales como la deducción, la inducción y la analogía, que serán tratados más adelante.
i) Explicativo. Hubo un día en que el hombre ya no quedó satisfecho de las explicaciones basadas en mitos, que le resolvían sus problemas más angustiosos: ¿Qué es la vida? ¿Por qué mueren los humanos? ¿Qué destino le espera a la humanidad? Este fue el momento en que el hombre descubrió que estaba dotado de razón para resolver por cuenta propia, y no por seres suprahumanos, lo problemático del mundo que le rodeaba.
El pensamiento científico, a diferencia del cotidiano, no acepta únicamente los hechos tal como se dan; investiga sus causas, busca explicaciones de por qué son así y no de otra manera. Procura explicar los hechos en términos de leyes y principios. Un físico explica la caída de los objetos físicos en función de la ley de la gravedad.
j) Predictivo. Todo conocimiento científico explica el comportamiento de ciertos hechos; pero no solamente para lo presente, sino también para lo pasado y para lo futuro. La predicción le sirve al científico para poder modificar los acontecimientos en beneficio de la sociedad, una vez que la técnica procura la comodidad del ser humano.
Las predicciones científicas no siempre son fatales (que no pueden dejar de darse). Cuando fallan, permiten corregir las hipótesis en que se basan. Ocurre que fallen las predicciones meteorológicas y también las médicas.
k) Abierto. Los objetos de la ciencia, sus conceptos, sus métodos y sus técnicas, no son definitivos; se encuentran en constante cambio. El pensamiento científico no es dogmático. Es abierto, en virtud de que sus estructuras son falibles, y es capaz de progresar. Un hombre que se conformara con los conocimientos que hasta ese momento le ha legado la humanidad sería sabio, pero no científico. El científico contemporáneo prefiere estar al tanto de las últimas innovaciones mediante las revistas científicas, y no en los manuales de tratados, que día a día van separándose de los últimos logros de la ciencia.
l) Útil. El hombre inculto es reacio al estudio de la ciencia, porque no ve su utilidad; piensa que solamente aquello en que puede ganar dinero es digno de alcanzarse. En verdad, comete un grave error. Basta con meditar detenidamente para comprobar la inmensa utilidad del pensamiento científico. Nuestro mundo actual, sin la ciencia inmersa en él retornaría a la época de las cavernas. La técnica es ciencia aplicada. La ingeniería ha hecho posible la construcción de los enormes edificios llamados rascacielos; a la física y a la matemática se debe que se hayan logrado realizar los viajes espaciales; y la medicina no podría prever ni combatir las enfermedades si no contara con el auxilio de la bioquímica.
«En resumen, la ciencia es valiosa como herramienta para domar a la naturaleza y remodelar la sociedad; es valiosa en sí misma como clave para la inteligencia del mundo y del yo; y es eficaz en el enriquecimiento, la disciplina y la liberación de nuestra mente.»