Berkeley: les percepcions són idees/es
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Hylas.- ¿Pero puedes pensar en serio que la existencia real de las cosas sensibles consista en ser percibidas actualmente? Y si es así, ¿cómo acontece que el género humano distingue ambas cosas? Pregunta al primer hombre que encuentres y te dirá que ser percibido es una cosa y existir otra.
Philonous.- Me satisface, Hylas, que apeles al sentido común de las gentes para probar la verdad de mi noción. Pregunta al jardinero por qué cree que acullá en el jardín existen cerezos y te responderá que porque los ve y los toca; en una palabra, porque los percibe mediante sus sentidos. Pregúntale por qué piensa que no hay aquí un naranjo y te responderá que porque no lo percibe. Llama una cosa real si la percibe por los sentidos y dice que existe o no existe,pero dice también que lo que no es perceptible no tiene ser.
Hil.- Sin embargo, Philonous, declaro que la existencia de una cosa sensible consiste en ser perceptible, pero no en ser actualmente percibida.
Fil.- ¿Y qué es perceptible más que una idea? ¿Y puede una idea existir sin ser percibida actualmente? Estos son puntos sobre los que ya hace tiempo estamos de acuerdo.
Hil.- Sin embargo, aunque tu opinión sea verdadera, no puedes seguramente negar que es chocante y contraria al sentido común de los hombres. Pregunta a un camarada si los árboles que están allá lejos tienen una existencia fuera de su espíritu; ¿qué respuestas piensas que te dará?
Fil.- La misma que yo, a saber: que existen fuera de su espíritu. Pero para un cristiano no puede ser chocante seguramente el decir que el árbol real existente fuera de su espíritu es verdaderamente conocido y comprendido por la mente infinita de Dios –es decir, existe en Él–. Probablemente en el primer momento no se dará cuenta de que ello prueba directa e inmediatamente a Dios, ya que el verdadero ser de un árbol o de otra cosa sensible implica un espíritu en que existe; pero no puede negar la tesis misma. La cuestión debatida entre los materialistas y yo no es si las cosas tienen una existencia real fuera del espíritu de esta o aquella persona, sino si tienen una existencia absoluta distinta del ser percibidas por Dios y exterior a todos los espíritus. [...]
Hil.- Pero, según tus nociones, ¿qué diferencia existe entre las cosas reales y las quimeras formadas por la imaginación o las visiones de un sueño, ya que se hallan igualmente en el espíritu?
Fil.- Las ideas formadas por la imaginación son débiles e indistintas; además, dependen enteramente de la voluntad. En cambio, las ideas percibidas por los sentidos, esto es, las cosa reales, son más vivaces y claras, y siendo impresas en el espíritu por un espíritu diferente del nuestro no dependen, como aquéllas, de la voluntad. No hay, pues, peligro de confundirlas con las precedentes, y lo hay muy poco de confundirlas con las visiones del sueño, que son oscuras, irregulares y confusas. Y aunque éstas, lo que jamás sucederá, sean tan vivaces y naturales, el que no están enlazadas y no forman un todo con las actividades precedentes y subsiguientes de nuestra vida puede distinguirlas fácilmente de las realidades. En resumen, sea el que sea el método que te sirva para distinguir a tu modo las cosas de las quimeras, este mismo método me servirá también al mío, pues será, según propongo, basándote en alguna diferencia percibida y yo no te privaré de algo que percibas.