Hume: l'argument del disseny/es
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Ahora bien, Cleantes, dijo Filo, con un aire de alacridad y triunfo, repara en las consecuencias. Primero. Por esta manera de razonar, renuncias a toda pretensión de infinitud para cualquiera de los atributos de la Divinidad. Pues, como la causa debe guardar proporción al efecto, y el efecto, hasta donde cae bajo nuestro conocimiento, no es infinito, ¿con qué derecho, desde tu punto de vista, podemos adscribir ese atributo al Ser Divino? Seguiré insistiendo en que, al alejarlo tanto de toda similitud con las criaturas humanas, nos entregamos a la más arbitraria de todas las hipótesis, y al mismo tiempo debilitamos todas las pruebas de su existencia.
Segundo. Según tu teoría, carece de toda razón para adscribir perfección a la Deidad, ni siquiera en cuanto finita; y también para suponerla libre de todo error, de toda equivocación o incoherencia en sus empresas. Hay múltiples dificultades inexplicables en las obras de naturaleza, las que, si admitimos la prueba a priori de un autor perfecto, fácilmente se resuelven y se convierten en aparentes dificultades. [...]
Y ¿por qué no convertirse de una buena vez en un perfecto antropomorfista? ¿Por qué no afirmar que la deidad o deidades son corporales, y que tienen ojos, nariz, boca, orejas, etc...? Epicuro sostuvo que nadie había visto la razón fuera de la forma humana; por lo tanto, los dioses debían tener forma humana. Y este argumento, que con razón merecida, tanto ridiculiza Cicerón, se convierte, según tú, en sólido y filosófico.