Aristòtil: l'ànima, com la mà, és totes les coses/es
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Y ahora recapitulemos nuestras afirmaciones respecto del alma. Diremos de nuevo que el alma es, en un sentido todas las cosas. Todos los seres son, en efecto, o sensibles o inteligibles y la ciencia se identifica, de alguna manera, con los objetos del saber, como la sensación con los objetos sensibles. Cómo sucede esto es lo que hay que investigar.
Se sabe que la ciencia y la sensación se dividen de la misma manera que sus objetos: consideradas ambas en potencia corresponden a sus objetos en potencia; según el acto corresponden a sus objetos en acto. En el alma misma las facultades sensitiva e intelectual son en potencia sus propios objetos: por una parte, lo inteligible y, por otra, lo sensible. Y es necesario que estas facultades sean idénticas a los objetos mismos, o por lo menos a sus formas. Es imposible que sean los objetos mismos, pues no es la piedra la que está en el alma sino su forma. Se deduce de ello que el alma es análoga a la mano: como la mano ella es el instrumento de los instrumentos; así el intelecto es la forma de las formas, y el sentido, forma de las cualidades sensibles. Mas, puesto que no hay, parece, ninguna cosa que exista separadamente fuera de las magnitudes sensibles, los inteligibles existen en las formas sensibles, tanto las así llamadas abstracciones [matemáticas]como todas las cualidades y atributos de los objetos sensibles. Por esta causa, si no se tuviera ninguna sensación no se podría aprender ni comprender nada, [...]
Ver también los siguientes textos de Aristóteles sobre el alma: