Spinoza: el desig, essència mateixa de l'home
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Text original editat en castellà.
Como el alma es necesariamente consciente de sí por medio de las ideas de las afecciones del cuerpo, es, por lo tanto consciente de su esfuerzo. Este esfuerzo, cuando se refiere al alma sola, se llama voluntad, pero cuando se refiere a la vez al alma y al cuerpo, se llama apetito; por ende, éste no es otra cosa que la esencia misma del hombre, de cuya naturaleza se siguen necesariamente aquellas cosas que sirven para su conservación, cosas que, por tanto, el hombre está determinado a realizar. Además, entre «apetito» y «deseo» no hay diferencia alguna, si no es la de que el «deseo» se refiere generalmente a los hombres, en cuanto que son conscientes de su apetito, y por ello puede definirse así: el deseo es el apetito acompañado de la conciencia del mismo. Así pues, queda claro, en virtud de todo esto, que nosotros no intentamos, queremos, apetecemos ni deseamos algo porque lo juzguemos bueno, sino que, al contrario, juzgamos que algo es bueno porque lo intentamos, queremos, apetecemos y deseamos.
Text traduït al català.
Com que l'ànima és necessàriament conscient de si per mitjà de les idees de les afeccions del cos, és, per tant conscient del seu esforç. Aquest esforç, quan es refereix a l'ànima sola, es diu voluntat, però quan es refereix alhora a l'ànima i al cos, es diu apetit; per tant, aquest no és una altra cosa que l'essència mateixa de l'home, de la naturalesa del qual se segueixen necessàriament aquelles coses que serveixen per a la seva conservació, coses que, per tant, l'home està determinat a realitzar. A més, entre «apetit» i «desig» no hi ha diferència alguna, si no és la que el «desig» es refereix generalment als homes, en tant que són conscients del seu apetit, i per això pot definir-se així: el desig és l'apetit acompanyat de la consciència del mateix. Així doncs, queda clar, en virtut de tot això, que nosaltres no intentem, volem, apetim ni desitgem alguna cosa perquè ho jutgem bé, sinó que, al contrari, jutgem que alguna cosa és bona perquè ho intentem, volem, apetim i desitgem.
Ética,III, proposición IX ( Editora Nacional, Madrid 1980, p. 193-194). |
Original en castellà
Como el alma es necesariamente consciente de sí por medio de las ideas de las afecciones del cuerpo, es, por lo tanto consciente de su esfuerzo. Este esfuerzo, cuando se refiere al alma sola, se llama voluntad, pero cuando se refiere a la vez al alma y al cuerpo, se llama apetito; por ende, éste no es otra cosa que la esencia misma del hombre, de cuya naturaleza se siguen necesariamente aquellas cosas que sirven para su conservación, cosas que, por tanto, el hombre está determinado a realizar. Además, entre «apetito» y «deseo» no hay diferencia alguna, si no es la de que el «deseo» se refiere generalmente a los hombres, en cuanto que son conscientes de su apetito, y por ello puede definirse así: el deseo es el apetito acompañado de la conciencia del mismo. Así pues, queda claro, en virtud de todo esto, que nosotros no intentamos, queremos, apetecemos ni deseamos algo porque lo juzguemos bueno, sino que, al contrario, juzgamos que algo es bueno porque lo intentamos, queremos, apetecemos y deseamos.