Aristòtil: el primer motor
De Wikisofia
La revisió el 21:38, 24 maig 2017 per Sofibot (discussió | contribucions) (Sofibot ha mogut Recurs:Aristòtil: el primer motor. a Recurs:Aristòtil: el primer motor)
Text original editat en castellà.
Hay pues algo, siempre movido con un movimiento incesante, y este movimiento es el circular. Esto es manifiesto no sólo en virtud del razonamiento, sino prácticamente. En consecuencia el primer cielo debe ser eterno. Existe también algo que lo mueve. Y puesto que lo que es a la vez movido y mueve es un término medio, debe haber algo que mueva sin ser movido, un ser eterno, substancia y acto puro.
Así mueven lo deseable y lo inteligible: mueven sin ser movidos. Lo supremo deseable y lo supremo inteligible son idénticos. Pues el objeto del deseo es el bien aparente, y el objeto primero de la voluntad es el bien real. Deseamos una cosa porque nos parece buena, más bien que nos parece buena porque la deseamos. El principio es el pensamiento. Ahora bien, el entendimiento es movido por lo inteligible, y la serie [de los inteligibles] es inteligible por sí. En esta serie la substancia es primera, y en la substancia es primero lo simple y en acto. [...] Pero el bien y lo deseable por sí entran en la misma serie, y lo primero en esta serie es siempre lo mejor, o análogo a lo mejor.
Que la causa final está entre los seres inmóviles, lo demuestra su división. Ya que el fin es aquello para lo que [se quiere un bien], y es también lo que [es querido}. En este último sentido el fin está entre los seres inmóviles, pero en el primer sentido no. [Tomado en el segundo sentido] el fin mueve como objeto amado, y mueve las demás cosas movidas.
Ahora, el ser que es movido puede ser de otro modo que es. [...] Pero, puesto que hay un motor inmóvil, y que existe en acto, este ser no puede ser de ninguna manera distinta de como es. [...] [El primer motor] es pues un ser necesario, y en cuanto es necesario es el bien, y así es el principio del movimiento. Porque lo necesario tiene los sentidos siguientes: lo que violenta una inclinación natural; después lo que es condición del bien; y por último lo que no es susceptible de ser de otro modo, sino de un solo modo.
Este es el principio del que dependen el cielo y la naturaleza. Su vida es la más perfecta, pero nosotros sólo la vivimos muy breve tiempo. Esta vida la posee siempre (cosa que nos es imposible) porque su goce es su mismo acto. Y porque la vigilia, la sensación y el pensamiento son actos, son nuestros mayores goces; la esperanza y el recuerdo son goces, pero sólo por los anteriores. El pensamiento que es por sí [es el pensamiento de] lo que hay mejor por sí, y el supremo pensamiento es el del supremo bien. La inteligencia se piensa a sí misma comprendiendo lo inteligible, ya que se hace inteligible tocando y pensando [su objeto], de suerte que hay identidad entre la inteligencia y lo inteligible, ya que lo que puede recibir lo inteligible y la esencia es la inteligencia en acto. También el acto, más que la facultad, es el elemento divino que parece tener la inteligencia, y el acto de contemplación es el goce perfecto y supremo. Por tanto, si Dios tiene siempre la felicidad que nosotros tenemos sólo en ciertos momentos, es admirable; pero si aún la tiene mayor, es más admirable todavía. Y así la tiene.
También le pertenece la vida, ya que el acto de la inteligencia es vida, y Dios es este acto mismo. Este acto que subsiste en sí es su vida perfecta y eterna. La vida y la duración continua y eterna pertenecen pues a Dios, esto mismo es Dios. [...]
De lo que acabamos de decir resulta manifiestamente que hay una substancia eterna, inmóvil y separada de los seres sensibles. Se ha demostrado también que esta substancia no puede tener ninguna extensión, sino que es simple e indivisible. [...] Y hemos demostrado también que es impasible e inalterable.
Text traduït al català (Traducció automàtica pendent de revisió).
Hi ha doncs alguna cosa, sempre mogut amb un moviment incessant, i aquest moviment és el circular. Això és manifest no només en virtut del raonament, sinó pràcticament. En conseqüència el primer cel ha de ser etern. Existeix també alguna cosa que ho mou. I ja que el que és alhora mogut i mou és un terme mitjà, ha d'haver-hi alguna cosa que mogui sense ser mogut, un ésser etern, substància i acte pur.
Així mouen el desitjable i l'intel·ligible: mouen sense ser moguts. El suprem desitjable i el suprem intel·ligible són idèntics. Doncs l'objecte del desig és el bé aparent, i l'objecte primer de la voluntat és el bé real. Desitgem una cosa perquè ens sembla bona, més aviat que ens sembla bona perquè la desitgem. El principi és el pensament. Ara bé, l'enteniment és mogut per l'intel·ligible, i la sèrie [dels intel·ligibles] és intel·ligible per si. En aquesta sèrie la substància és primera, i en la substància és primer el simple i en acte. [...] Però el bé i el desitjable per si entren en la mateixa sèrie, i el primer en aquesta sèrie és sempre el millor, o anàleg potser.
Que la causa final està entre els éssers immòbils, ho demostra la seva divisió. Ja que la fi és allò per el que [es vol un bé], i és també el que [és volgut}. En aquest últim sentit la fi està entre els éssers immòbils, però en el primer sentit no. [Pres en el segon sentit] la fi mou com a objecte estimat, i mou les altres coses mogudes.
Ara, l'ésser que és mogut pot ser d'una altra manera que és. [...] Però, ja que hi ha un motor immòbil, i que existeix en acte, aquest ser no pot ser de cap manera diferent de com és. [...] [El primer motor] és doncs un ésser necessari, i quan és necessari és el bé, i així és el principi del moviment. Perquè el necessari té els sentits següents: el que violenta una inclinació natural; després el que és condició del bé; i finalment el que no és susceptible de ser d'una altra manera, sinó d'una sola manera.
Aquest és el principi del que depenen el cel i la naturalesa. La seva vida és la més perfecta, però nosaltres només la vivim molt breu temps. Aquesta vida la posseeix sempre (cosa que ens és impossible) perquè el seu gaudi és el seu mateix acte. I perquè la vigília, la sensació i el pensament són actes, són els nostres majors gaudis; l'esperança i el record són gaudis, però només pels anteriors. El pensament que és per si [és el pensament de] el que hi ha millor per si, i el suprem pensament és el del suprem bé. La intel·ligència es pensa a si mateixa comprenent l'intel·ligible, ja que es fa intel·ligible tocant i pensant [el seu objecte], de manera que hi ha identitat entre la intel·ligència i l'intel·ligible, ja que el que pot rebre l'intel·ligible i l'essència és la intel·ligència en acte. També l'acte, més que la facultat, és l'element diví que sembla tenir la intel·ligència, i l'acte de contemplació és el gaudi perfecte i suprem. Per tant, si Déu té sempre la felicitat que nosaltres tenim només en certs moments, és admirable; però si encara la té major, és més admirable encara. I així la té.
També li pertany la vida, ja que l'acte de la intel·ligència és vida, i Déu és aquest acte mateix. Aquest acte que subsisteix en si és la seva vida perfecta i eterna. La vida i la durada contínua i eterna pertanyen doncs a Déu, això mateix és Déu. [...]
Del que acabem de dir resulta manifestament que hi ha una substància eterna, immòbil i separada dels éssers sensibles. S'ha demostrat també que aquesta substància no pot tenir cap extensió, sinó que és simple i indivisible. [...] I hem demostrat també que és impassible i inalterable.
Metafísica, XII, 7. (R. Verneaux, Textos de los grandes filósofos: edad antigua, Herder, Barcelona 1982, 5ª. ed., p. 81-83). |
Original en castellà
Hay pues algo, siempre movido con un movimiento incesante, y este movimiento es el circular. Esto es manifiesto no sólo en virtud del razonamiento, sino prácticamente. En consecuencia el primer cielo debe ser eterno. Existe también algo que lo mueve. Y puesto que lo que es a la vez movido y mueve es un término medio, debe haber algo que mueva sin ser movido, un ser eterno, substancia y acto puro.
Así mueven lo deseable y lo inteligible: mueven sin ser movidos. Lo supremo deseable y lo supremo inteligible son idénticos. Pues el objeto del deseo es el bien aparente, y el objeto primero de la voluntad es el bien real. Deseamos una cosa porque nos parece buena, más bien que nos parece buena porque la deseamos. El principio es el pensamiento. Ahora bien, el entendimiento es movido por lo inteligible, y la serie [de los inteligibles] es inteligible por sí. En esta serie la substancia es primera, y en la substancia es primero lo simple y en acto. [...] Pero el bien y lo deseable por sí entran en la misma serie, y lo primero en esta serie es siempre lo mejor, o análogo a lo mejor.
Que la causa final está entre los seres inmóviles, lo demuestra su división. Ya que el fin es aquello para lo que [se quiere un bien], y es también lo que [es querido}. En este último sentido el fin está entre los seres inmóviles, pero en el primer sentido no. [Tomado en el segundo sentido] el fin mueve como objeto amado, y mueve las demás cosas movidas.
Ahora, el ser que es movido puede ser de otro modo que es. [...] Pero, puesto que hay un motor inmóvil, y que existe en acto, este ser no puede ser de ninguna manera distinta de como es. [...] [El primer motor] es pues un ser necesario, y en cuanto es necesario es el bien, y así es el principio del movimiento. Porque lo necesario tiene los sentidos siguientes: lo que violenta una inclinación natural; después lo que es condición del bien; y por último lo que no es susceptible de ser de otro modo, sino de un solo modo.
Este es el principio del que dependen el cielo y la naturaleza. Su vida es la más perfecta, pero nosotros sólo la vivimos muy breve tiempo. Esta vida la posee siempre (cosa que nos es imposible) porque su goce es su mismo acto. Y porque la vigilia, la sensación y el pensamiento son actos, son nuestros mayores goces; la esperanza y el recuerdo son goces, pero sólo por los anteriores. El pensamiento que es por sí [es el pensamiento de] lo que hay mejor por sí, y el supremo pensamiento es el del supremo bien. La inteligencia se piensa a sí misma comprendiendo lo inteligible, ya que se hace inteligible tocando y pensando [su objeto], de suerte que hay identidad entre la inteligencia y lo inteligible, ya que lo que puede recibir lo inteligible y la esencia es la inteligencia en acto. También el acto, más que la facultad, es el elemento divino que parece tener la inteligencia, y el acto de contemplación es el goce perfecto y supremo. Por tanto, si Dios tiene siempre la felicidad que nosotros tenemos sólo en ciertos momentos, es admirable; pero si aún la tiene mayor, es más admirable todavía. Y así la tiene.
También le pertenece la vida, ya que el acto de la inteligencia es vida, y Dios es este acto mismo. Este acto que subsiste en sí es su vida perfecta y eterna. La vida y la duración continua y eterna pertenecen pues a Dios, esto mismo es Dios. [...]
De lo que acabamos de decir resulta manifiestamente que hay una substancia eterna, inmóvil y separada de los seres sensibles. Se ha demostrado también que esta substancia no puede tener ninguna extensión, sino que es simple e indivisible. [...] Y hemos demostrado también que es impasible e inalterable.