Russell: el principi inductiu 2
De Wikisofia
Text original editat en castellà.
El principio inductivo, no obstante, es igualmente incapaz de ser probado recurriendo a la experiencia. Es posible que la experiencia confirme el principio inductivo en relación con los casos que han sido ya examinados; pero en lo que se refiere a los casos no examinados, sólo el principio inductivo puede justificar una inferencia de lo que ha sido examinado a lo que no lo ha sido todavía. Todos los argumentos que, sobre la base de la experiencia se refieren al futuro o a las partes no experimentadas del pasado o del presente, suponen el principio de la inducción, de tal modo que no podemos usar jamás la experiencia para demostrar el principio inductivo sin incurrir en una petición de principio.
Así pues, nos es preciso aceptar el principio de la inducción en virtud de su evidencia intrínseca, o renunciar a toda justificación de nuestras esperanzas relativas al futuro. Si el principio es erróneo, no tenemos razón alguna para creer que el sol saldrá mañana, que el pan será más alimenticio que una piedra, o que si nos arrojamos del tejado caeremos. Cuando veamos que se aproxima lo que tiene la apariencia de nuestro mejor amigo, no tendremos ninguna razón para suponer que su cuerpo no se halla habilitado por el espíritu de nuestro peor enemigo o de alguien totalmente extraño. Toda nuestra conducta se basa en asociaciones que han actuado en el pasado y que, por consiguiente, consideramos que seguirán actuando en el futuro; y esta probabilidad depende, en cuanto a su validez, del principio de la inducción.
Los principios generales de la ciencia, como la creencia en el reino de la ley, y la de que todo acontecimiento debe tener una causa dependen también completamente del principio de la inducción, como las creencias de la vida cotidiana. Todos estos principios generales son creídos porque la humanidad ha hallado innumerables ejemplos de su verdad y ningún ejemplo de su falsedad; pero esto no proporciona la evidencia de que serán verdaderos en el futuro, si no admitimos el principio de la inducción.
Así, todo conocimiento que, sobre la base de la experiencia, nos dice algo sobre lo que no se ha experimentado, se basa en una creencia que la experiencia no puede confirmar ni refutar, pero que, por lo menos en sus aplicaciones más concretas, aparece tan firmemente arraigado en nosotros como muchos hechos de la experiencia. La existencia y la justificación de tales creencias -pues el principio de inducción, como veremos, no es el solo ejemplo de ellas- suscitan algunos de los problemas más difíciles y más debatidos de la filosofía.
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- Ver tambien: el principio inductivo 2.
Text traduït al català (Traducció automàtica pendent de revisió).
El principi inductiu, no obstant això, és igualment incapaç de ser provat recorrent a l'experiència. És possible que l'experiència confirmi el principi inductiu en relació amb els casos que han estat ja examinats; però pel que fa als casos no examinats, només el principi inductiu pot justificar una inferència del que ha estat examinat al que no ho ha estat encara. Tots els arguments que, sobre la base de l'experiència es refereixen al futur o a les parts no experimentades del passat o del present, suposen el principi de la inducció, de tal manera que no podem usar mai l'experiència per demostrar el principi inductiu sense incórrer en una petició de principi.
Així doncs, ens cal acceptar el principi de la inducció en virtut de la seva evidència intrínseca, o renunciar a tota justificació de les nostres esperances relatives al futur. Si el principi és erroni, no tenim raó alguna per creure que el sol sortirà demà, que el pa serà més alimentós que una pedra, o que si ens llancem de la teulada caurem. Quan vegem que s'aproxima el que té l'aparença del nostre millor amic, no tindrem cap raó per suposar que el seu cos no es troba habilitat per l'esperit del nostre pitjor enemic o d'algú totalment estrany. Tota la nostra conducta es basa en associacions que han actuat en el passat i que, per tant, considerem que seguiran actuant en el futur; i aquesta probabilitat depèn, quant a la seva validesa, del principi de la inducció.
Els principis generals de la ciència, com la creença en el regne de la llei, i la que tot esdeveniment ha de tenir una causa depenen també completament del principi de la inducció, com les creences de la vida quotidiana. Tots aquests principis generals són creguts perquè la humanitat ha trobat innombrables exemples de la seva veritat i cap exemple de la seva falsedat; però això no proporciona l'evidència que seran veritables en el futur, si no admetem el principi de la inducció.
Així, tot coneixement que, sobre la base de l'experiència, ens diu alguna cosa sobre el que no s'ha experimentat, es basa en una creença que l'experiència no pot confirmar ni refutar, però que, almenys en les seves aplicacions més concretes, apareix tan fermament arrelat en nosaltres com a molts fets de l'experiència. L'existència i la justificació de tals creences -doncs el principi d'inducció, com veurem, no és el sol exemple d'elles- susciten alguns dels problemes més difícils i més debatuts de la filosofia.
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Veure tambien: el principi inductiu 1.
Los problemas de la filosofía, Labor, Barcelona 1978, p. 65-66. |
- Veure tambien: el principi inductiu 2.
Original en castellà
El principio inductivo, no obstante, es igualmente incapaz de ser probado recurriendo a la experiencia. Es posible que la experiencia confirme el principio inductivo en relación con los casos que han sido ya examinados; pero en lo que se refiere a los casos no examinados, sólo el principio inductivo puede justificar una inferencia de lo que ha sido examinado a lo que no lo ha sido todavía. Todos los argumentos que, sobre la base de la experiencia se refieren al futuro o a las partes no experimentadas del pasado o del presente, suponen el principio de la inducción, de tal modo que no podemos usar jamás la experiencia para demostrar el principio inductivo sin incurrir en una petición de principio.
Así pues, nos es preciso aceptar el principio de la inducción en virtud de su evidencia intrínseca, o renunciar a toda justificación de nuestras esperanzas relativas al futuro. Si el principio es erróneo, no tenemos razón alguna para creer que el sol saldrá mañana, que el pan será más alimenticio que una piedra, o que si nos arrojamos del tejado caeremos. Cuando veamos que se aproxima lo que tiene la apariencia de nuestro mejor amigo, no tendremos ninguna razón para suponer que su cuerpo no se halla habilitado por el espíritu de nuestro peor enemigo o de alguien totalmente extraño. Toda nuestra conducta se basa en asociaciones que han actuado en el pasado y que, por consiguiente, consideramos que seguirán actuando en el futuro; y esta probabilidad depende, en cuanto a su validez, del principio de la inducción.
Los principios generales de la ciencia, como la creencia en el reino de la ley, y la de que todo acontecimiento debe tener una causa dependen también completamente del principio de la inducción, como las creencias de la vida cotidiana. Todos estos principios generales son creídos porque la humanidad ha hallado innumerables ejemplos de su verdad y ningún ejemplo de su falsedad; pero esto no proporciona la evidencia de que serán verdaderos en el futuro, si no admitimos el principio de la inducción.
Así, todo conocimiento que, sobre la base de la experiencia, nos dice algo sobre lo que no se ha experimentado, se basa en una creencia que la experiencia no puede confirmar ni refutar, pero que, por lo menos en sus aplicaciones más concretas, aparece tan firmemente arraigado en nosotros como muchos hechos de la experiencia. La existencia y la justificación de tales creencias –pues el principio de inducción, como veremos, no es el solo ejemplo de ellas– suscitan algunos de los problemas más difíciles y más debatidos de la filosofía.
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- Ver también: el principio inductivo 2.