Accions

Recurs

Diferència entre revisions de la pàgina «Russell: el coneixement i els objectes físics»

De Wikisofia

(adding es)
Línia 1: Línia 1:
 +
{{TextOriginal|es}}
 +
Ahora tenemos que examinar el siguiente problema: concediendo que estamos ciertos de nuestros datos de los sentidos, ¿tenemos alguna razón para considerarlos como signos de la existencia de algo distinto, que podemos denominar el objeto físico? Cuando hayamos enumerado todos los datos de los sentidos que podemos considerar naturalmente en conexión con la mesa, ¿habremos dicho todo lo que se puede decir sobre la mesa, o queda algo distinto, que no es un dato de los sentidos y que persiste cuando salimos de la habitación? El sentido común, sin vacilación, responde afirmativamente. Lo que se puede comprar y vender y desplazar, y sobre lo cual se puede poner un mantel, no puede ser una ''mera'' colección de datos de los sentidos. Si el mantel tapa completamente la mesa, no tendremos acerca de la mesa datos procedentes de los sentidos; por consiguiente si la mesa no fuese otra cosa que una colección de datos de los sentidos, habría dejado de existir, y el material estaría suspendido en el aire, permaneciendo, como por milagro, en el lugar que ocupaba antes la mesa. Esto parece evidentemente absurdo; pero quien quiera llegar a ser filósofo debe aprender a no asustarse ante los absurdos.
 +
 +
Una razón de importancia por la cual sentimos que hemos de creer en un objeto físico, además de los datos de los sentidos, es que tenemos necesidad del ''mismo'' objeto para diversas personas. Cuando diez personas se sientan alrededor de una mesa para cenar, parece excesivo afirmar que no ven el mismo mantel, los mismos cuchillos, tenedores, cucharas y vasos. Pero los datos de los sentidos son algo privativo de cada persona particular; lo que es inmediatamente presente a la vista de uno, no es inmediatamente presente a la vista del otro; todos ven las cosas desde puntos de vista ligeramente diferentes y por lo tanto las ven ligeramente diferentes. Así pues, si ha de haber objetos comunes y públicos, que puedan ser en algún sentido conocidos por diversas personas, debe de haber algo por encima y más allá de los datos de los sentidos privados y particulares que se presentan en las diversas personas.[...]
 +
 +
En cierto modo, debe admitirse que no podremos jamás ''demostrar'' la existencia de cosas distintas de nosotros mismos y de nuestras experiencias. No resulta ningún absurdo de la hipótesis de que el mundo consiste en mí mismo, en mis pensamientos, sentimientos y sensaciones, y que todo lo demás es pura imaginación [...] No es lógicamente imposible la suposición de que toda la vida es un sueño, en el cual nosotros mismos creamos los objetos tal como aparecen ante nosotros. Pero aunque esto no sea lógicamente imposible, no hay razón alguna para suponer que sea verdad; y es, de hecho, una hipótesis menos simple, considerada como un medio de dar cuenta de los hechos de nuestra propia vida, que la hipótesis del sentido común, según la cual hay realmente objetos independientes de nosotros, cuya acción sobre nosotros causa nuestras sensaciones.
 +
{{TextOriginalSeparador|dev}}
 
{{RecursWiki|Tipus=Extractes d'obres}}{{RecursBase|Nom=Russell: el coneixement i els objectes físics|Idioma=Español}}
 
{{RecursWiki|Tipus=Extractes d'obres}}{{RecursBase|Nom=Russell: el coneixement i els objectes físics|Idioma=Español}}
 
Ara hem d'examinar el següent problema: concedint que estem certs de les nostres dades dels sentits, tenim alguna raó per considerar-los com a signes de l'existència d'alguna cosa diferent, que podem denominar l'objecte físic? Quan hàgim enumerat totes les dades dels sentits que podem considerar naturalment en connexió amb la taula, haurem dit tot el que es pot dir sobre la taula, o queda alguna cosa diferent, que no és una dada dels sentits i que persisteix quan sortim de l'habitació? El sentit comú, sense vacil·lació, respon afirmativament. El que es pot comprar i vendre i desplaçar, i sobre la qual cosa es pot posar unes estovalles, no pot ser una ''mera'' col·lecció de dades dels sentits. Si les estovalles tapa completament la taula, no tindrem sobre la taula dades procedents dels sentits; per tant si la taula no fos una altra cosa que una col·lecció de dades dels sentits, hauria deixat d'existir, i el material estaria suspès en l'aire, romanent, com per miracle, en el lloc que ocupava abans la taula. Això sembla evidentment absurd; però qui vulgui arribar a ser filòsof ha d'aprendre a no espantar-se davant els absurds.
 
Ara hem d'examinar el següent problema: concedint que estem certs de les nostres dades dels sentits, tenim alguna raó per considerar-los com a signes de l'existència d'alguna cosa diferent, que podem denominar l'objecte físic? Quan hàgim enumerat totes les dades dels sentits que podem considerar naturalment en connexió amb la taula, haurem dit tot el que es pot dir sobre la taula, o queda alguna cosa diferent, que no és una dada dels sentits i que persisteix quan sortim de l'habitació? El sentit comú, sense vacil·lació, respon afirmativament. El que es pot comprar i vendre i desplaçar, i sobre la qual cosa es pot posar unes estovalles, no pot ser una ''mera'' col·lecció de dades dels sentits. Si les estovalles tapa completament la taula, no tindrem sobre la taula dades procedents dels sentits; per tant si la taula no fos una altra cosa que una col·lecció de dades dels sentits, hauria deixat d'existir, i el material estaria suspès en l'aire, romanent, com per miracle, en el lloc que ocupava abans la taula. Això sembla evidentment absurd; però qui vulgui arribar a ser filòsof ha d'aprendre a no espantar-se davant els absurds.

Revisió del 09:05, 17 set 2016

Text original editat en castellà.


Ahora tenemos que examinar el siguiente problema: concediendo que estamos ciertos de nuestros datos de los sentidos, ¿tenemos alguna razón para considerarlos como signos de la existencia de algo distinto, que podemos denominar el objeto físico? Cuando hayamos enumerado todos los datos de los sentidos que podemos considerar naturalmente en conexión con la mesa, ¿habremos dicho todo lo que se puede decir sobre la mesa, o queda algo distinto, que no es un dato de los sentidos y que persiste cuando salimos de la habitación? El sentido común, sin vacilación, responde afirmativamente. Lo que se puede comprar y vender y desplazar, y sobre lo cual se puede poner un mantel, no puede ser una mera colección de datos de los sentidos. Si el mantel tapa completamente la mesa, no tendremos acerca de la mesa datos procedentes de los sentidos; por consiguiente si la mesa no fuese otra cosa que una colección de datos de los sentidos, habría dejado de existir, y el material estaría suspendido en el aire, permaneciendo, como por milagro, en el lugar que ocupaba antes la mesa. Esto parece evidentemente absurdo; pero quien quiera llegar a ser filósofo debe aprender a no asustarse ante los absurdos.

Una razón de importancia por la cual sentimos que hemos de creer en un objeto físico, además de los datos de los sentidos, es que tenemos necesidad del mismo objeto para diversas personas. Cuando diez personas se sientan alrededor de una mesa para cenar, parece excesivo afirmar que no ven el mismo mantel, los mismos cuchillos, tenedores, cucharas y vasos. Pero los datos de los sentidos son algo privativo de cada persona particular; lo que es inmediatamente presente a la vista de uno, no es inmediatamente presente a la vista del otro; todos ven las cosas desde puntos de vista ligeramente diferentes y por lo tanto las ven ligeramente diferentes. Así pues, si ha de haber objetos comunes y públicos, que puedan ser en algún sentido conocidos por diversas personas, debe de haber algo por encima y más allá de los datos de los sentidos privados y particulares que se presentan en las diversas personas.[...]

En cierto modo, debe admitirse que no podremos jamás demostrar la existencia de cosas distintas de nosotros mismos y de nuestras experiencias. No resulta ningún absurdo de la hipótesis de que el mundo consiste en mí mismo, en mis pensamientos, sentimientos y sensaciones, y que todo lo demás es pura imaginación [...] No es lógicamente imposible la suposición de que toda la vida es un sueño, en el cual nosotros mismos creamos los objetos tal como aparecen ante nosotros. Pero aunque esto no sea lógicamente imposible, no hay razón alguna para suponer que sea verdad; y es, de hecho, una hipótesis menos simple, considerada como un medio de dar cuenta de los hechos de nuestra propia vida, que la hipótesis del sentido común, según la cual hay realmente objetos independientes de nosotros, cuya acción sobre nosotros causa nuestras sensaciones.


Text traduït al català (Traducció automàtica pendent de revisió).


Ara hem d'examinar el següent problema: concedint que estem certs de les nostres dades dels sentits, tenim alguna raó per considerar-los com a signes de l'existència d'alguna cosa diferent, que podem denominar l'objecte físic? Quan hàgim enumerat totes les dades dels sentits que podem considerar naturalment en connexió amb la taula, haurem dit tot el que es pot dir sobre la taula, o queda alguna cosa diferent, que no és una dada dels sentits i que persisteix quan sortim de l'habitació? El sentit comú, sense vacil·lació, respon afirmativament. El que es pot comprar i vendre i desplaçar, i sobre la qual cosa es pot posar unes estovalles, no pot ser una mera col·lecció de dades dels sentits. Si les estovalles tapa completament la taula, no tindrem sobre la taula dades procedents dels sentits; per tant si la taula no fos una altra cosa que una col·lecció de dades dels sentits, hauria deixat d'existir, i el material estaria suspès en l'aire, romanent, com per miracle, en el lloc que ocupava abans la taula. Això sembla evidentment absurd; però qui vulgui arribar a ser filòsof ha d'aprendre a no espantar-se davant els absurds.

Una raó d'importància per la qual sentim que hem de creure en un objecte físic, a més de les dades dels sentits, és que tenim necessitat del mateix objecte per a diverses persones. Quan deu persones se sentin al voltant d'una taula per sopar, sembla excessiu afirmar que no veuen les mateixes estovalles, els mateixos ganivets, forquilles, culleres i gots. Però les dades dels sentits són alguna cosa privatiu de cada persona particular; el que és immediatament present a la vista d'un, no és immediatament present a la vista de l'altre; tots veuen les coses des de punts de vista lleugerament diferents i per tant les veuen lleugerament diferents. Així doncs, si ha d'haver-hi objectes comuns i públics, que puguin ser en algun sentit coneguts per diverses persones, deu haver-hi alguna cosa per damunt i més enllà de les dades dels sentits privats i particulars que es presenten en les diverses persones.[...]

En certa manera, ha d'admetre's que no podrem mai demostrar l'existència de coses diferents de nosaltres mateixos i de les nostres experiències. No resulta cap absurd de la hipòtesi que el món consisteix en mi mateix, en els meus pensaments, sentiments i sensacions, i que tot la resta és pura imaginació [...] No és lògicament impossible la suposició que tota la vida és un somni, en el qual nosaltres mateixos vam crear els objectes tal com apareixen davant nosaltres. Però encara que això no sigui lògicament impossible, no hi ha raó alguna per suposar que sigui veritat; i és, de fet, una hipòtesi menys simple, considerada com un mitjà d'adonar dels fets de la nostra pròpia vida, que la hipòtesi del sentit comú, segons la qual hi ha realment objectes independents de nosaltres, l'acció dels quals sobre nosaltres causa les nostres sensacions.

Los problemas de la filosofía, Labor, Barcelona 1978, p. 25-27.

Original en castellà

Ahora tenemos que examinar el siguiente problema: concediendo que estamos ciertos de nuestros datos de los sentidos, ¿tenemos alguna razón para considerarlos como signos de la existencia de algo distinto, que podemos denominar el objeto físico? Cuando hayamos enumerado todos los datos de los sentidos que podemos considerar naturalmente en conexión con la mesa, ¿habremos dicho todo lo que se puede decir sobre la mesa, o queda algo distinto, que no es un dato de los sentidos y que persiste cuando salimos de la habitación? El sentido común, sin vacilación, responde afirmativamente. Lo que se puede comprar y vender y desplazar, y sobre lo cual se puede poner un mantel, no puede ser una mera colección de datos de los sentidos. Si el mantel tapa completamente la mesa, no tendremos acerca de la mesa datos procedentes de los sentidos; por consiguiente si la mesa no fuese otra cosa que una colección de datos de los sentidos, habría dejado de existir, y el material estaría suspendido en el aire, permaneciendo, como por milagro, en el lugar que ocupaba antes la mesa. Esto parece evidentemente absurdo; pero quien quiera llegar a ser filósofo debe aprender a no asustarse ante los absurdos.

Una razón de importancia por la cual sentimos que hemos de creer en un objeto físico, además de los datos de los sentidos, es que tenemos necesidad del mismo objeto para diversas personas. Cuando diez personas se sientan alrededor de una mesa para cenar, parece excesivo afirmar que no ven el mismo mantel, los mismos cuchillos, tenedores, cucharas y vasos. Pero los datos de los sentidos son algo privativo de cada persona particular; lo que es inmediatamente presente a la vista de uno, no es inmediatamente presente a la vista del otro; todos ven las cosas desde puntos de vista ligeramente diferentes y por lo tanto las ven ligeramente diferentes. Así pues, si ha de haber objetos comunes y públicos, que puedan ser en algún sentido conocidos por diversas personas, debe de haber algo por encima y más allá de los datos de los sentidos privados y particulares que se presentan en las diversas personas.[...]

En cierto modo, debe admitirse que no podremos jamás demostrar la existencia de cosas distintas de nosotros mismos y de nuestras experiencias. No resulta ningún absurdo de la hipótesis de que el mundo consiste en mí mismo, en mis pensamientos, sentimientos y sensaciones, y que todo lo demás es pura imaginación [...] No es lógicamente imposible la suposición de que toda la vida es un sueño, en el cual nosotros mismos creamos los objetos tal como aparecen ante nosotros. Pero aunque esto no sea lógicamente imposible, no hay razón alguna para suponer que sea verdad; y es, de hecho, una hipótesis menos simple, considerada como un medio de dar cuenta de los hechos de nuestra propia vida, que la hipótesis del sentido común, según la cual hay realmente objetos independientes de nosotros, cuya acción sobre nosotros causa nuestras sensaciones.