Diferència entre revisions de la pàgina «Mounier: l'esperit i el cos»
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+ | Los espiritualismos modernos dividen el mundo y el hombre en dos series independientes, la material y la espiritual. Tan pronto aceptan como un hecho bruto la independencia de las dos series (paralelismo psicofisiológico), abandonando la materia a sus fatalidades, a condición de reservarse el derecho de legislar absolutamente en el reino del espíritu: la unión de los dos mundos queda entonces inexplicada; tan pronto niegan toda realidad al mundo material, hasta hacer de él sólo una apariencia del espíritu: la importancia de esta apariencia cobra entonces un carácter de paradoja. | ||
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+ | La persona inmersa en la naturaleza. El hombre, así como es espíritu, es también un cuerpo. Totalmente «cuerpo» y totalmente «espíritu». De sus instintos más primarios, comer, reproducirse, hace delicadas artes: la cocina, el arte de amar. Pero un dolor de cabeza detiene al gran filósofo, y san Juan de la Cruz, en sus éxtasis, vomitaba. Mis humores y mis ideas son modelados por el clima, la geografía, mi situación en la superficie de la tierra, mis herencias, y más allá, acaso, por el flujo masivo de los rayos cósmicos. A estas influencias se les añaden todavía las determinaciones psicológicas y colectivas posteriores. No hay en mí nada que no esté mezclado con tierra y con sangre. Algunas investigaciones han mostrado que las grandes religiones cambian por los mismos itinerarios que las grandes epidemias. ¿Por qué ofenderse por ello? Los pastores también tienen piernas, que son guiadas por los declives del terreno. | ||
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Revisió del 22:23, 14 set 2016
Text original editat en castellà.
Los espiritualismos modernos dividen el mundo y el hombre en dos series independientes, la material y la espiritual. Tan pronto aceptan como un hecho bruto la independencia de las dos series (paralelismo psicofisiológico), abandonando la materia a sus fatalidades, a condición de reservarse el derecho de legislar absolutamente en el reino del espíritu: la unión de los dos mundos queda entonces inexplicada; tan pronto niegan toda realidad al mundo material, hasta hacer de él sólo una apariencia del espíritu: la importancia de esta apariencia cobra entonces un carácter de paradoja.
Este esquema será roto desde el comienzo por el realismo personalista.
La persona inmersa en la naturaleza. El hombre, así como es espíritu, es también un cuerpo. Totalmente «cuerpo» y totalmente «espíritu». De sus instintos más primarios, comer, reproducirse, hace delicadas artes: la cocina, el arte de amar. Pero un dolor de cabeza detiene al gran filósofo, y san Juan de la Cruz, en sus éxtasis, vomitaba. Mis humores y mis ideas son modelados por el clima, la geografía, mi situación en la superficie de la tierra, mis herencias, y más allá, acaso, por el flujo masivo de los rayos cósmicos. A estas influencias se les añaden todavía las determinaciones psicológicas y colectivas posteriores. No hay en mí nada que no esté mezclado con tierra y con sangre. Algunas investigaciones han mostrado que las grandes religiones cambian por los mismos itinerarios que las grandes epidemias. ¿Por qué ofenderse por ello? Los pastores también tienen piernas, que son guiadas por los declives del terreno.
Text traduït al català (Traducció automàtica pendent de revisió).
Els espiritualismes moderns divideixen el món i l'home en dues sèries independents, la material i l'espiritual. Tan aviat accepten com un fet brut la independència de les dues sèries (paral·lelisme psicofisiològic), abandonant la matèria a les seves fatalitats, a condició de reservar-se el dret de legislar absolutament en el regne de l'esperit: la unió dels dos mons queda llavors inexplicada; tan aviat neguen tota realitat al món material, fins a fer d'ell només una aparença de l'esperit: la importància d'aquesta aparença cobra llavors un caràcter de paradoxa.
Aquest esquema serà trencat des del començament pel realisme personalista.
La persona immersa en la naturalesa. L'home, així com és esperit, és també un cos. Totalment «cos» i totalment «esperit». Dels seus instints més primaris, menjar, reproduir-se, fa delicades arts: la cuina, l'art d'estimar. Però un mal de cap deté al gran filòsof, i sant Juan de la Cruz, en els seus èxtasis, vomitava. Els meus humors i les meves idees són modelats pel clima, la geografia, la meva situació en la superfície de la terra, les meves herències, i més enllà, per ventura, pel flux massiu dels rajos còsmics. A aquestes influències se'ls afegeixen encara les determinacions psicològiques i col·lectives posteriors. No hi ha en mi res que no estigui barrejat amb terra i amb sang. Algunes investigacions han mostrat que les grans religions canvien pels mateixos itineraris que les grans epidèmies. Per què ofendre's per això? Els pastors també tenen cames, que són guiades pels declivis del terreny.
El personalismo, Eudeba, Buenos Aires 1980. p. 12. |
Original en castellà
Los espiritualismos modernos dividen el mundo y el hombre en dos series independientes, la material y la espiritual. Tan pronto aceptan como un hecho bruto la independencia de las dos series (paralelismo psicofisiológico), abandonando la materia a sus fatalidades, a condición de reservarse el derecho de legislar absolutamente en el reino del espíritu: la unión de los dos mundos queda entonces inexplicada; tan pronto niegan toda realidad al mundo material, hasta hacer de él sólo una apariencia del espíritu: la importancia de esta apariencia cobra entonces un carácter de paradoja.
Este esquema será roto desde el comienzo por el realismo personalista.
La persona inmersa en la naturaleza. El hombre, así como es espíritu, es también un cuerpo. Totalmente «cuerpo» y totalmente «espíritu». De sus instintos más primarios, comer, reproducirse, hace delicadas artes: la cocina, el arte de amar. Pero un dolor de cabeza detiene al gran filósofo, y san Juan de la Cruz, en sus éxtasis, vomitaba. Mis humores y mis ideas son modelados por el clima, la geografía, mi situación en la superficie de la tierra, mis herencias, y más allá, acaso, por el flujo masivo de los rayos cósmicos. A estas influencias se les añaden todavía las determinaciones psicológicas y colectivas posteriores. No hay en mí nada que no esté mezclado con tierra y con sangre. Algunas investigaciones han mostrado que las grandes religiones cambian por los mismos itinerarios que las grandes epidemias. ¿Por qué ofenderse por ello? Los pastores también tienen piernas, que son guiadas por los declives del terreno.