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+ | A este lugar supraceleste, no lo ha cantado poeta alguno de los de aquí abajo, ni lo cantará jamás como merece. Pero es algo como esto -ya que se ha de tener el coraje de decir la verdad, sobre todo cuando es de ella de la que se habla-: porque, incolora, informe, intangible esa esencia cuyo ser es realmente ser (''ousía óntos oûsa''), vista sólo por el entendimiento, piloto del alma, y alrededor de la que crece el verdadero saber, ocupa, precisamente, tal lugar. Como la mente de lo divino se alimenta de un entender y saber incontaminado, lo mismo que toda alma que tenga empeño en recibir lo que le conviene, viendo, al cabo del tiempo, el ser, se llena de contento, y en la contemplación de la verdad, encuentra su alimento y bienestar, hasta que el movimiento, en su ronda, la vuelva a su sitio. En este giro, tiene ante su vista a la misma justicia, tiene ante su vista a la sensatez, tiene ante su vista a la ciencia, y no aquella a la que le es propio la génesis, ni la que, de algún modo, es otra al ser en otro -en eso otro que nosotros llamamos ente-, sino esa ciencia que es de lo que verdaderamente es ser. Y habiendo visto, de la misma manera, todos los otros seres que de verdad son, y nutrida de ellos, se hunde de nuevo en el interior del cielo, y vuelve a su casa. Una vez que ha llegado, el auriga detiene los caballos ante el pesebre, les echa, de pienso, ambrosía, y los abreva con néctar. | ||
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Revisió del 09:46, 17 set 2016
Text original editat en castellà.
las esencias
A este lugar supraceleste, no lo ha cantado poeta alguno de los de aquí abajo, ni lo cantará jamás como merece. Pero es algo como esto -ya que se ha de tener el coraje de decir la verdad, sobre todo cuando es de ella de la que se habla-: porque, incolora, informe, intangible esa esencia cuyo ser es realmente ser (ousía óntos oûsa), vista sólo por el entendimiento, piloto del alma, y alrededor de la que crece el verdadero saber, ocupa, precisamente, tal lugar. Como la mente de lo divino se alimenta de un entender y saber incontaminado, lo mismo que toda alma que tenga empeño en recibir lo que le conviene, viendo, al cabo del tiempo, el ser, se llena de contento, y en la contemplación de la verdad, encuentra su alimento y bienestar, hasta que el movimiento, en su ronda, la vuelva a su sitio. En este giro, tiene ante su vista a la misma justicia, tiene ante su vista a la sensatez, tiene ante su vista a la ciencia, y no aquella a la que le es propio la génesis, ni la que, de algún modo, es otra al ser en otro -en eso otro que nosotros llamamos ente-, sino esa ciencia que es de lo que verdaderamente es ser. Y habiendo visto, de la misma manera, todos los otros seres que de verdad son, y nutrida de ellos, se hunde de nuevo en el interior del cielo, y vuelve a su casa. Una vez que ha llegado, el auriga detiene los caballos ante el pesebre, les echa, de pienso, ambrosía, y los abreva con néctar.
Text traduït al català (Traducció automàtica pendent de revisió).
les essències
A aquest lloc supraceleste, no ho ha cantat poeta algun dels d'aquí sota, ni ho cantarà mai com mereix. Però és alguna cosa com això -ja que s'ha de tenir el coratge de dir la veritat, sobretot quan és d'ella de la qual es parla-: perquè, incolora, informe, intangible aquesta essència que el seu ser és realment ser (ousía óntos oûsa), vista només per l'enteniment, pilot de l'ànima, i al voltant de la qual creix el veritable saber, ocupa, precisament, tal lloc. Com la ment del diví s'alimenta d'un entendre i saber incontaminado, el mateix que tota ànima que tingui obstinació a rebre el que li convé, veient, al cap del temps, l'ésser, s'omple de content, i en la contemplació de la veritat, troba el seu aliment i benestar, fins que el moviment, en la seva ronda, la torni al seu lloc. En aquest gir, té davant la seva vista a la mateixa justícia, té davant la seva vista a la sensatesa, té davant la seva vista a la ciència, i no aquella a la qual li és propi la gènesi, ni la que, d'alguna manera, és una altra a l'ésser en un altre -en això un altre que nosaltres anomenem ens-, sinó aquesta ciència que és del que veritablement és ser. I havent vist, de la mateixa manera, tots els altres éssers que de veritat són, i nodrida d'ells, s'enfonsa de nou a l'interior del cel, i torna a la seva casa. Una vegada que ha arribat, l'auriga deté els cavalls davant el pessebre, els tira, de penso, ambrosia, i els abreura amb nèctar.
Fedro, 247a-e (Diálogos, III, Fedón, Banquete, Fedro, Gredos, Madrid 1986, vol. III, p. 348-349). |
Original en castellà
las esencias
A este lugar supraceleste, no lo ha cantado poeta alguno de los de aquí abajo, ni lo cantará jamás como merece. Pero es algo como esto -ya que se ha de tener el coraje de decir la verdad, sobre todo cuando es de ella de la que se habla-: porque, incolora, informe, intangible esa esencia cuyo ser es realmente ser (ousía óntos oûsa), vista sólo por el entendimiento, piloto del alma, y alrededor de la que crece el verdadero saber, ocupa, precisamente, tal lugar. Como la mente de lo divino se alimenta de un entender y saber incontaminado, lo mismo que toda alma que tenga empeño en recibir lo que le conviene, viendo, al cabo del tiempo, el ser, se llena de contento, y en la contemplación de la verdad, encuentra su alimento y bienestar, hasta que el movimiento, en su ronda, la vuelva a su sitio. En este giro, tiene ante su vista a la misma justicia, tiene ante su vista a la sensatez, tiene ante su vista a la ciencia, y no aquella a la que le es propio la génesis, ni la que, de algún modo, es otra al ser en otro –en eso otro que nosotros llamamos ente–, sino esa ciencia que es de lo que verdaderamente es ser. Y habiendo visto, de la misma manera, todos los otros seres que de verdad son, y nutrida de ellos, se hunde de nuevo en el interior del cielo, y vuelve a su casa. Una vez que ha llegado, el auriga detiene los caballos ante el pesebre, les echa, de pienso, ambrosía, y los abreva con néctar.