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+ | ''El consenso universal no prueba nada como innato''. Este argumento sacado del consenso universal tiene en sí este inconveniente: que aunque fuera cierto que de hecho hubiese unas verdades asentidas por toda la humanidad, eso no probaría que eran innatas, mientras haya otro modo de averiguar la forma en que los hombres pudieron llegar a ese universal acuerdo sobre esas cosas que todos aceptan; lo que me parece que puede mostrarse. | ||
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+ | ''Esos principios no están impresos en el alma naturalmente, porque los desconocen los niños, los idiotas, etc...'' Porque, primero, es evidente que todos los niños no tienen la más mínima aprehensión o pensamiento de aquellas proposiciones, y tal carencia basta para destruir aquel asenso universal, que por fuerza tiene que ser el concomitante necesario de toda verdad innata. [...] Quien hable de nociones innatas en el entendimiento no puede [...] querer decir que tales nociones sean en el entendimiento de tal manera que el entendimiento no las haya percibido jamás, y de las que sea un ignorante total. Porque si estas palabras: «ser en el entendimiento» tienen algún sentido recto, significan ser entendidas. [...] Por tanto, si estas dos proposiciones: cualquier cosa que es, es, y es imposible que la misma cosa sea y no sea, fueran impresas por la naturaleza, los niños no podrían ignorarlas. Los pequeños y todos los dotados de alma tendrían que poseerlas en el entendimiento, conocerlas como verdaderas, y otorgarles su asentimiento. [...] Si quieren decir que los hombres pueden descubrir esos principios por el uso de la razón y que eso basta para probar que son innatos, su modo de argumentar se reduce a esto: Que todas las verdades que la razón nos puede descubrir con certeza y a las que nos puede hacer asentir firmemente serán verdades naturalmente impresas en la mente, puesto que ese asentimiento universal, que según se dice es lo que las particulariza, no pasa de significar esto: Que, por el uso de la razón, somos capaces de llegar a un conocimiento cierto de ellas y aceptarlas; y, según esto, no habrá diferencia alguna entre los principios de la matemática y los teoremas que se deducen de ella. A unos y a otros habría que concederles que son innatos, ya que en ambos casos se trata de descubrimientos hechos por medio de la razón y de verdades que una criatura racional puede llegar a conocer con certeza, con sólo dirigir correctamente sus pensamientos por ese camino. [...] | ||
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+ | ''Si semejante asentimiento fuera prueba de que son innatas, entonces, que uno más dos son igual a tres, que lo dulce no es amargo, y otras proposiciones equivalentes, tendrían que considerarse innatas.'' | ||
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Revisió del 22:30, 14 set 2016
Text original editat en castellà.
Es opinión establecida entre algunos hombres que en el entendimiento hay ciertos principios innatos; ciertas nociones primarias (poinái énnoiai), caracteres como impresos en la mente del hombre, que el alma recibe en su primer ser y que trae al mundo con ella. Para convencer a un lector sin prejuicios de la falsedad de tal suposición, me bastaría con mostrar [...] de qué modo los hombres pueden alcanzar, solamente con el empleo de las facultades naturales, todo el conocimiento que poseen sin la ayuda de ninguna impresión innata, y pueden llegar a la certeza sin tales nociones o principios innatos. [...] Nada se presupone más comúnmente que el que haya unos ciertos principios, tanto especulativos como prácticos (pues se habla de los dos), aceptados de manera universal por la humanidad. De aquí se infiere que deben ser unas impresiones permanentes que reciben las almas de los hombres en su primer ser, y que las traen al mundo con ellas de un modo tan necesario y real como las propiedades que les son inherentes.
El consenso universal no prueba nada como innato. Este argumento sacado del consenso universal tiene en sí este inconveniente: que aunque fuera cierto que de hecho hubiese unas verdades asentidas por toda la humanidad, eso no probaría que eran innatas, mientras haya otro modo de averiguar la forma en que los hombres pudieron llegar a ese universal acuerdo sobre esas cosas que todos aceptan; lo que me parece que puede mostrarse.
«Lo que es, es»; y «es imposible que la misma cosa sea y no sea».Estas dos proposiciones [no] son universalmente asentidas. Pero lo que es peor, este argumento del consenso universal, que se ha utilizado para probar los principios innatos, me parece que es una demostración de que no existen tales principios innatos, porque no hay ningún principio al cual toda la humanidad preste un asentimiento universal. Empezaré con los principios especulativos, ejemplificando el argumento en esos celebrados principios de la demostración de que «toda cosa que es, es, y de que es imposible que la misma cosa sea y no sea», que me parece que, entre todos, tendrían el mayor derecho al título de innatos. [...] Sin embargo, me tomo la libertad de afirmar que esas proposiciones andan tan lejos de tener asentimiento universal, que gran parte de la humanidad ni siquiera tiene noción de ellas.
Esos principios no están impresos en el alma naturalmente, porque los desconocen los niños, los idiotas, etc... Porque, primero, es evidente que todos los niños no tienen la más mínima aprehensión o pensamiento de aquellas proposiciones, y tal carencia basta para destruir aquel asenso universal, que por fuerza tiene que ser el concomitante necesario de toda verdad innata. [...] Quien hable de nociones innatas en el entendimiento no puede [...] querer decir que tales nociones sean en el entendimiento de tal manera que el entendimiento no las haya percibido jamás, y de las que sea un ignorante total. Porque si estas palabras: «ser en el entendimiento» tienen algún sentido recto, significan ser entendidas. [...] Por tanto, si estas dos proposiciones: cualquier cosa que es, es, y es imposible que la misma cosa sea y no sea, fueran impresas por la naturaleza, los niños no podrían ignorarlas. Los pequeños y todos los dotados de alma tendrían que poseerlas en el entendimiento, conocerlas como verdaderas, y otorgarles su asentimiento. [...] Si quieren decir que los hombres pueden descubrir esos principios por el uso de la razón y que eso basta para probar que son innatos, su modo de argumentar se reduce a esto: Que todas las verdades que la razón nos puede descubrir con certeza y a las que nos puede hacer asentir firmemente serán verdades naturalmente impresas en la mente, puesto que ese asentimiento universal, que según se dice es lo que las particulariza, no pasa de significar esto: Que, por el uso de la razón, somos capaces de llegar a un conocimiento cierto de ellas y aceptarlas; y, según esto, no habrá diferencia alguna entre los principios de la matemática y los teoremas que se deducen de ella. A unos y a otros habría que concederles que son innatos, ya que en ambos casos se trata de descubrimientos hechos por medio de la razón y de verdades que una criatura racional puede llegar a conocer con certeza, con sólo dirigir correctamente sus pensamientos por ese camino. [...]
Si semejante asentimiento fuera prueba de que son innatas, entonces, que uno más dos son igual a tres, que lo dulce no es amargo, y otras proposiciones equivalentes, tendrían que considerarse innatas.
Text traduït al català (Traducció automàtica pendent de revisió).
És opinió establerta entre alguns homes que en l'enteniment hi ha certs principis innats; certes nocions primàries (poinái énnoiai), caràcters com a impresos en la ment de l'home, que l'ànima rep en el seu primer ser i que porta al món amb ella. Per convèncer a un lector sense prejudicis de la falsedat de tal suposició, em bastaria amb mostrar [...] de quina manera els homes poden aconseguir, solament amb l'ocupació de les facultats naturals, tot el coneixement que posseeixen sense l'ajuda de cap impressió innata, i poden arribar a la certesa sense tals nocions o principis innats. [...] Res es pressuposa més comunament que el que hi hagi uns certs principis, tant especulatius com a pràctics (doncs es parla dels dos), acceptats de manera universal per la humanitat. D'aquí s'infereix que han de ser unes impressions permanents que reben les ànimes dels homes en el seu primer ser, i que les porten al món amb elles d'una manera tan necessària i real com les propietats que els són inherents.
El consens universal no prova res com a innat. Aquest argument tret del consens universal té en si aquest inconvenient: que encara que fos cert que de fet hi hagués unes veritats assentides per tota la humanitat, això no provaria que eren innates, mentre hi hagi una altra manera d'esbrinar la forma en què els homes van poder arribar a aquest universal acord sobre aquestes coses que tots accepten; el que em sembla que pot mostrar-se.
«El que és, és»; i «és impossible que la mateixa cosa sigui i no sigui». Aquestes dues proposicions [no] són universalment assentides. Però el que és pitjor, aquest argument del consens universal, que s'ha utilitzat per provar els principis innats, em sembla que és una demostració que no existeixen tals principis innats, perquè no hi ha cap principi al qual tota la humanitat presti un assentiment universal. Començaré amb els principis especulatius, exemplificant l'argument en aquests celebrats principis de la demostració que «tota cosa que és, és, i que és impossible que la mateixa cosa sigui i no sigui», que em sembla que, entre tots, tindrien el major dret al títol d'innats. [...] No obstant això, em prenc la llibertat d'afirmar que aquestes proposicions caminen tan lluny de tenir assentiment universal, que gran part de la humanitat ni tan sols té noció d'elles.
Aquests principis no estan impresos en l'ànima naturalment, perquè els desconeixen els nens, els idiotes, etc... Perquè, primer, és evident que tots els nens no tenen la més mínima aprehensió o pensament d'aquelles proposicions, i tal manca basta per destruir aquell assentiment universal, que per força ha de ser el concomitant necessari de tota veritat innata. [...] Qui parli de nocions innates en l'enteniment no pot [...] voler dir que tals nocions siguin en l'enteniment de tal manera que l'enteniment no les hagi percebut mai, i de les quals sigui un ignorant total. Perquè si aquestes paraules: «ser en l'enteniment» tenen algun sentit recte, signifiquen ser enteses. [...] Per tant, si aquestes dues proposicions: qualsevol cosa que és, és, i és impossible que la mateixa cosa sigui i no sigui, fossin impreses per la naturalesa, els nens no podrien ignorar-les. Els petits i tots els dotats d'ànima haurien de posseir-les en l'enteniment, conèixer-les com a veritables, i atorgar-los el seu assentiment. [...] Si volen dir que els homes poden descobrir aquests principis per l'ús de la raó i que això és suficient per provar que són innats, la seva manera d'argumentar es redueix a això: Que totes les veritats que la raó ens pot descobrir amb certesa i a les quals ens pot fer assentir fermament seran veritats naturalment impreses en la ment, ja que aquest assentiment universal, que segons es diu és el que les particularitza, no passa de significar això: Que, per l'ús de la raó, som capaces d'arribar a un coneixement cert d'elles i acceptar-les; i, segons això, no hi haurà diferencia alguna entre els principis de la matemàtica i els teoremes que es dedueixen d'ella. A uns i a uns altres caldria concedir-los que són innats, ja que en tots dos casos es tracta de descobriments fets per mitjà de la raó i de veritats que una criatura racional pot arribar a conèixer amb certesa, amb només dirigir correctament els seus pensaments per aquest camí. [...]
Si semblant assentiment fos prova que són innates, llavors, que un de més dues són igual a tres, que el dolça no és amarg, i altres proposicions equivalents, haurien de considerar-se innates.
Ensayos sobre el entendimiento humano, libro 1, cap. 1, 2 (Editora Nacional, Madrid 1980, 2 vols., vol. 1, p. 79-92). |
Original en castellà
Es opinión establecida entre algunos hombres que en el entendimiento hay ciertos principios innatos; ciertas nociones primarias (poinái énnoiai), caracteres como impresos en la mente del hombre, que el alma recibe en su primer ser y que trae al mundo con ella. Para convencer a un lector sin prejuicios de la falsedad de tal suposición, me bastaría con mostrar [...] de qué modo los hombres pueden alcanzar, solamente con el empleo de las facultades naturales, todo el conocimiento que poseen sin la ayuda de ninguna impresión innata, y pueden llegar a la certeza sin tales nociones o principios innatos. [...] Nada se presupone más comúnmente que el que haya unos ciertos principios, tanto especulativos como prácticos (pues se habla de los dos), aceptados de manera universal por la humanidad. De aquí se infiere que deben ser unas impresiones permanentes que reciben las almas de los hombres en su primer ser, y que las traen al mundo con ellas de un modo tan necesario y real como las propiedades que les son inherentes.
El consenso universal no prueba nada como innato. Este argumento sacado del consenso universal tiene en sí este inconveniente: que aunque fuera cierto que de hecho hubiese unas verdades asentidas por toda la humanidad, eso no probaría que eran innatas, mientras haya otro modo de averiguar la forma en que los hombres pudieron llegar a ese universal acuerdo sobre esas cosas que todos aceptan; lo que me parece que puede mostrarse.
«Lo que es, es»; y «es imposible que la misma cosa sea y no sea».Estas dos proposiciones [no] son universalmente asentidas. Pero lo que es peor, este argumento del consenso universal, que se ha utilizado para probar los principios innatos, me parece que es una demostración de que no existen tales principios innatos, porque no hay ningún principio al cual toda la humanidad preste un asentimiento universal. Empezaré con los principios especulativos, ejemplificando el argumento en esos celebrados principios de la demostración de que «toda cosa que es, es, y de que es imposible que la misma cosa sea y no sea», que me parece que, entre todos, tendrían el mayor derecho al título de innatos. [...] Sin embargo, me tomo la libertad de afirmar que esas proposiciones andan tan lejos de tener asentimiento universal, que gran parte de la humanidad ni siquiera tiene noción de ellas.
Esos principios no están impresos en el alma naturalmente, porque los desconocen los niños, los idiotas, etc... Porque, primero, es evidente que todos los niños no tienen la más mínima aprehensión o pensamiento de aquellas proposiciones, y tal carencia basta para destruir aquel asenso universal, que por fuerza tiene que ser el concomitante necesario de toda verdad innata. [...] Quien hable de nociones innatas en el entendimiento no puede [...] querer decir que tales nociones sean en el entendimiento de tal manera que el entendimiento no las haya percibido jamás, y de las que sea un ignorante total. Porque si estas palabras: «ser en el entendimiento» tienen algún sentido recto, significan ser entendidas. [...] Por tanto, si estas dos proposiciones: cualquier cosa que es, es, y es imposible que la misma cosa sea y no sea, fueran impresas por la naturaleza, los niños no podrían ignorarlas. Los pequeños y todos los dotados de alma tendrían que poseerlas en el entendimiento, conocerlas como verdaderas, y otorgarles su asentimiento. [...] Si quieren decir que los hombres pueden descubrir esos principios por el uso de la razón y que eso basta para probar que son innatos, su modo de argumentar se reduce a esto: Que todas las verdades que la razón nos puede descubrir con certeza y a las que nos puede hacer asentir firmemente serán verdades naturalmente impresas en la mente, puesto que ese asentimiento universal, que según se dice es lo que las particulariza, no pasa de significar esto: Que, por el uso de la razón, somos capaces de llegar a un conocimiento cierto de ellas y aceptarlas; y, según esto, no habrá diferencia alguna entre los principios de la matemática y los teoremas que se deducen de ella. A unos y a otros habría que concederles que son innatos, ya que en ambos casos se trata de descubrimientos hechos por medio de la razón y de verdades que una criatura racional puede llegar a conocer con certeza, con sólo dirigir correctamente sus pensamientos por ese camino. [...]
Si semejante asentimiento fuera prueba de que son innatas, entonces, que uno más dos son igual a tres, que lo dulce no es amargo, y otras proposiciones equivalentes, tendrían que considerarse innatas.