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'''Sigmund Freud: '''instint de vida, instint de mort | '''Sigmund Freud: '''instint de vida, instint de mort |
Revisió del 22:24, 14 set 2016
Text original editat en castellà.
Sigmund Freud: instinto de vida, instinto de muerte
En nuestro estudioMás allá del principio del placer desarrollamos una teoría que sostendremos y continuaremos en el presente trabajo. Era esta teoría la de que es necesario distinguir dos clases de instintos, una de las cuales, los instintos sexuales, o el Eros, era la más visible y accesible al conocimiento, e integraba no sólo el instinto sexual propiamente dicho, no coartado, sino también los impulsos instintivos coartados en su fin y sublimados y derivados de él, y el instinto de conservación, que hemos de adscribir al yo, y el que opusimos justificadamente, al principio de la labor psicoanalítica, a los instintos objetivos sexuales. La determinación de la segunda clase de instintos nos opuso grandes dificultades, pero acabamos por hallar en el sadismo su representante. Basándonos en reflexiones teóricas, apoyadas en la biología, supusimos la existencia de un instinto de muerte, cuya misión es hacer retornar todo lo orgánico animado al estado inanimado, en contraposición al Eros, cuyo fin es complicar la vida y conservarla así, por medio de una síntesis cada vez más amplia de la sustancia viva, dividida en particular. Ambos instintos se conducen en una forma estrictamente conservadora, tendiendo a la reconstrucción de un estado perturbado por la génesis de la vida; génesis que sería la causa tanto de la continuación de la vida como de la tendencia a la muerte. A su vez, la vida sería un combate y una transacción entre ambas tendencias. La cuestión del origen de la vida sería, pues, de naturaleza cosmológica, y la referente al objeto y fin de la vida recibiría una respuesta dualista.
Text traduït al català (Traducció automàtica pendent de revisió).
Sigmund Freud: instint de vida, instint de mort
En el nostre estudiMés enllà del principi del plaer desenvolupem una teoria que sostindrem i continuarem en el present treball. Era aquesta teoria la que és necessari distingir dues classes d'instints, una de les quals, els instints sexuals, o el Eros, era la més visible i accessible al coneixement, i integrava no només l'instint sexual pròpiament dit, no coartat, sinó també els impulsos instintius coartats en la seva fi i sublimats i derivats d'ell, i l'instint de conservació, que hem d'adscriure al jo, i el que vam oposar justificadament, al principi de la labor psicoanalítica, als instints objectius sexuals. La determinació de la segona classe d'instints ens va oposar grans dificultats, però acabem per trobar en el sadisme el seu representant. Basant-nos en reflexions teòriques, recolzades en la biologia, vam suposar l'existència d'un instint de mort, la missió de la qual és fer retornar tot l'orgànic animat a l'estat inanimat, en contraposició a l'Eros, la fi del qual és complicar la vida i conservar-la així, per mitjà d'una síntesi cada vegada més àmplia de la substància viva, dividida en particular. Tots dos instints es condueixen en una forma estrictament conservadora, tendint a la reconstrucció d'un estat pertorbat per la gènesi de la vida; gènesi que seria la causa tant de la continuació de la vida com de la tendència a la mort. Al seu torn, la vida seria un combat i una transacció entre ambdues tendències. La qüestió de l'origen de la vida seria, doncs, de naturalesa cosmològica, i la referent a l'objecte i fi de la vida rebria una resposta dualista.
El yo y el ello, IV (Obras completas, 3 vols., Biblioteca Nueva, Madrid 1968, vol. 2, p. 21-22). |
Original en castellà
Sigmund Freud: instinto de vida, instinto de muerte
En nuestro estudio Más allá del principio del placer desarrollamos una teoría que sostendremos y continuaremos en el presente trabajo. Era esta teoría la de que es necesario distinguir dos clases de instintos, una de las cuales, los instintos sexuales, o el Eros, era la más visible y accesible al conocimiento, e integraba no sólo el instinto sexual propiamente dicho, no coartado, sino también los impulsos instintivos coartados en su fin y sublimados y derivados de él, y el instinto de conservación, que hemos de adscribir al yo, y el que opusimos justificadamente, al principio de la labor psicoanalítica, a los instintos objetivos sexuales. La determinación de la segunda clase de instintos nos opuso grandes dificultades, pero acabamos por hallar en el sadismo su representante. Basándonos en reflexiones teóricas, apoyadas en la biología, supusimos la existencia de un instinto de muerte, cuya misión es hacer retornar todo lo orgánico animado al estado inanimado, en contraposición al Eros, cuyo fin es complicar la vida y conservarla así, por medio de una síntesis cada vez más amplia de la sustancia viva, dividida en particular. Ambos instintos se conducen en una forma estrictamente conservadora, tendiendo a la reconstrucción de un estado perturbado por la génesis de la vida; génesis que sería la causa tanto de la continuación de la vida como de la tendencia a la muerte. A su vez, la vida sería un combate y una transacción entre ambas tendencias. La cuestión del origen de la vida sería, pues, de naturaleza cosmológica, y la referente al objeto y fin de la vida recibiría una respuesta dualista.