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La Escuela de Frankfurt es heredera de la razón moral de Occidente, entendida en sentido integral, en la medida en que tal razón enraíza en la compasión y en el sentimiento moral; precisamente, la imposibilidad de bosquejar esa razón moral a partir de una razón instrumental obligaría a la crítica negativa en la primera generación de la Escuela, mientras que, a partir del análisis de la acción comunicativa, es posible delinear los rasgos de una razón teleológica y tendente a la intersubjetividad, porque el ''telos'' del lenguaje es el acuerdo. Esto significa que, desde el punto de vista social, los fines últimos deben ponerse en manos del acuerdo, y no del mercado anónimo o del poder político: la solidaridad es el medio de control del mundo de la vida. En este sentido, las reglas del discurso pretenden sustituir a las cosmovisiones metafísicas y religiosas en su capacidad identificadora y sientan las bases del procedimentalismo. El materialismo moral de los primeros frankfurtianos se torna procedimentalismo ético.